Seis suites barrocas

• Géneros: Clásica / contemporánea
• Formación: Solo

La idea creativa y el proceso compositivo que dio origen a la creación de este material musical que aquí se presenta, está sustentado e inspirado en las mismas Seis Suites de Johann Sebastian Bach para violonchelo solo. 

El planteamiento de la idea y el camino a seguir no fueron fáciles, ya que tenía que decidir y conciliar muchos cuestionamientos a resolver. Primero que nada, definir si se trataría de una obra derivada o, a través de esta segunda opción, yo pudiera establecer una fusión como vínculo de inspiración. Fue entonces cuando por fin determiné lo que debía hacer: instalar otro tipo de tratamiento organológico, de recursos técnicos, expresivos y polifónicos al violonchelo que no estuviera tan relacionado con el mecanismo del teclado.
 
En el aspecto formal, cada danza que constituye las suites, está compuesta con los lineamientos y especificaciones que establece la forma binaria barroca, dividida en dos secciones que siempre deben de repetirse. La primera de estas se entiende como exposición, desplazándose armónicamente de tónica a dominante. La segunda es el desarrollo, regresando de dominante a tónica, pasando por tonalidades cercanas, guardando el equilibrio simétrico entre la dos partes y, hasta en algunos casos, otorgando más extensión a la segunda sección. 

Otra situación que considero conveniente explicar es el calificativo de Celloforte -como idea de instrumento simbólico e inexistente-, que se adopta debido a dos circunstancias: la primera tiene que ver con la proyección y desarrollo que ha alcanzado el instrumento en casi 300 años;  la segunda, se debe al perfeccionamiento de su construcción, que guarda relación con el piano inventado por Pleyel, instrumento al que añadió el sistema de resonancia continua y de pedal como mecanismo de amplificación natural del sonido, dándole el nombre de «pianoforte».