ALBÉNIZ, Isaac
Camprodon (Girona) 1860 - Cambo-les-Bains (Francia) 1909
Aunque famoso como compositor para el piano, Isaac Albéniz no se limitó, sin embargo, a la música para ese instrumento. De hecho, dedicó más de una década de sus casi cuarenta y nueve años a componer música para escena (a la que recientemente se ha prestado atención con numerosas representaciones y grabaciones), mientras que, a lo largo de su carrera, escribió canciones –más de dos docenas—, así como varias obras orquestales y de cámara.
Nacido en Camprodon (Girona) el 29 de mayo de 1860, Albéniz empezó su vida como niño prodigio y, tras muchas y azarosas giras de conciertos que le condujeron a lugares tan alejados de su hogar como América (viajes que interrumpían constantemente sus clases en el Conservatorio de Madrid), emprendió unos estudios más rigurosos en Bélgica. Con una beca del rey Alfonso XII, ingresó en el Conservatorio de Bruselas en 1876, donde se graduó en 1879 con el primer premio de piano, concedido por unanimidad. Regresó a España para consagrarse como consumado virtuoso; empezó además a componer y dirigir. Pronto se convirtió en el director de una compañía itinerante de zarzuela y compuso tres zarzuelas (de las que no se conserva ninguna). En 1883, se estableció en Barcelona, donde estudió composición con Felipe Pedrell. Albéniz incluía cada vez más sus propias composiciones en sus recitales. En 1885 se trasladó a Madrid, donde sus obras serían publicadas por Benito Zozaya y Antonio Romero, los editores más prestigiosos del momento. En su monografía de 1886 Isaac Albéniz: Notas crítico-biográficas de tan eminente pianista, Antonio Guerra y Alarcón revela que, junto a docenas de obras para piano y tres zarzuelas, Albéniz había compuesto varias canciones: cuatro romanzas sobre texto francés para mezzo-soprano, tres romanzas sobre texto catalán, y un «Album Bécquer». No ha quedado rastro alguno de las romanzas, pero el Album Bécquer se refiere seguramente a las Rimas publicadas por Zozaya en 1888. Aquel mismo año Romero publicaba también las Seis Baladas. En 1889 se anunciaba la publicación por Romero de otra colección de canciones, las «Seis melodías» sobre textos de Alfred de Musset. Sin embargo, con la sola excepción de su Chanson de Barberine, no nos ha llegado ninguna otra canción de Albéniz sobre textos de Musset.
La reputación de Albéniz como pianista y compositor siguió creciendo. En la primavera de 1889, viajó a París, apareciendo con la orquesta Colonne en un programa que incluía su Concierto para piano, op.78. De París pasó a Inglaterra, donde sus recitales le valieron un éxito inmediato y futuros compromisos. En 1890 entró en contacto con el agente Henry Lowenfeld quien contrató sus servicios como intérprete y compositor. A resultas de ello, Albéniz se trasladó a Londres con su familia (su esposa Rosina y sus tres hijos), y a través de Lowenfeld tuvo la oportunidad de colaborar en el teatro musical. Para su trabajo en los teatros Lyric y, más tarde, el Prince of Wales, Albéniz compuso números adicionales para las adaptaciones de comedias musicales. A petición de Lowenfeld, Albéniz escribió Magic Opal. Esta comedia líricaal estilo de Gilbert y Sullivan se estrenó en el Lyric Theatre el 19 de enero de 1893 (posteriormente traducida al castellano por Eusebio Sierra, fue presentada en Madrid en 1894 bajo el título de La sortija; aquel mismo año se estrenó en Madrid su zarzuela San Antonio de la Florida sobre un libreto de Sierra).
Los contactos de Albéniz con el mundo del teatro en Londres llamaron la atención del poeta y dramaturgo aficionado Francis Burdett Money-Coutts, heredero de la fortuna financiera de la conocida firma Coutts and Co., quien había participado en el contrato que Albéniz tenía con Lowenfeld, para adquirirlo en su totalidad en julio de 1894. Coutts, cuyo apoyo económico permitió a Albéniz vivir sin estrecheces el resto de su vida, estaba interesado en escribir libretos. Su colaboración con el compositor dio como resultado las obras Henry Clifford (estrenada en el Teatro del Liceo de Barcelona en 1895), Pepita Jiménez (Teatro del Liceo, 1896; Neues Deutsches Theater de Praga, 1897; la Monnaie de Bruselas, 1905) y Merlin (compuesta entre 1898 y 1902, pero no producida en vida de Albéniz), la primera ópera de un proyecto de trilogía con el título King Arthur (Lancelot la dejó incompleta en 1903 y, por lo que respecta a Guenevere, ni siquiera lo intentó). Así pues, durante aproximadamente una década Albéniz dedicó gran parte de su talento y sus energías a la creación y producción de música para la escena. Por entonces, se había trasladado de Londres a París.
En la capital francesa Albéniz entró en contacto con Vincent d’Indy, Ernest Chausson, Charles Bordes, y más tarde con Paul Dukas y Gabriel Fauré, estableciendo estrechos vínculos con el mundillo musical francés. De 1898 a 1900, impartió cursos superiores de piano en la Schola Cantorum, pero en 1900, a causa de su mala salud, volvió al clima más cálido de España. Estableció relación con Enric Morera, junto con el que se comprometió en la promoción de la música lírica catalana. Sin embargo cuando, a pesar de sus esfuerzos, no consiguió que se produjera su propia obra para la escena, regresó a París donde su música sí que era aceptada, alabada, e interpretada. La residencia parisiense de Albéniz se convirtió en el punto de acogida de artistas españoles (entre ellos Joaquín Turina y Manuel de Falla); allí encontraron apoyo y estímulo para sus propios proyectos.
La preocupación de Albéniz por formas musicales más grandes le llevó a un cambio de estilo compositivo, desde las piezas fundamentalmente ligeras y atractivas de los primeros tiempos de su carrera a un arte más complejo. Y aunque no abandonó la interpretación, sus apariciones se espaciaron a medida que se concentraba en la composición y producción de sus obras operísticas. En este periodo se sitúan las canciones Il en est de l’amour y Deux morceaux de prose de Pierre Loti (Crépuscule y Tristesse) así como las compuestas sobre poemas de Coutts: To Nellie (una colección de seis canciones); Art thou gone for ever, Elaine?; Six Songs (de las cuales sólo se conservan Will you be mine? y Separated); y Two Songs (The Gifts of the Gods y The Caterpillar). También existen los compases iniciales de una canción, con texto de una fábula de Jean de La Fontaine, titulada «Conseil tenu par les rats», así como el fragmento final para una canción de Coutts «Laugh at loving», y referencias a otras canciones de Coutts de las que no se ha hallado la música.
Cuando Coutts empezó a cansarse de escribir libretos, Albéniz volvió gradualmente al piano y a su paisaje natal como inspiración. La Vega (1896-1898) anuncia su estilo posterior, que culmina con su obra maestra, Iberia (1905-1908). La textura y el lenguaje compositivos que definen a Iberia son característicos de las Quatre mélodies (sobre poemas de Coutts), las últimas obras vocales y las últimas piezas completas de Albéniz. Aquejado de nefritis, Albéniz murió en Cambo-les-Bains en los Pirineos franceses el 18 de mayo de 1909
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