Nens sense recer

• Géneros: Clásica / contemporánea
• Formación: Coro
• Coleccion: Cantata de Nadal

Narrator
Children Choir and Mixed Choir
1 1 1 0 — 1 1 0 0 — tmp+1 — pno — str
perc: sd, sus cym, glock, chimes

Nens sense recer es una Cantata para narrador, coro de voces blancas, coro mixto y orquesta, encargada por Camerata Sant Cugat al compositor Alberto Garcia Demestres. Esta cantata se suma, pues, al proyecto de estrenar cada año una cantata en Navidad. La obra dirigida por Xavier Baulies se presentará el 22 de diciembre en Tremp y el 23 de diciembre al Teatro-Auditorio de Sant Cugat.

¿Puede la música aportar algo positiva y adentrarse en una situación miserable como es la que sufren especialmente aquellos niños que deciden encarar solos, desde algún país de África o del Oriente Medio, una travesía peligrosa e indigna? ¿Puede la música hacernos sensibles a los derechos nunca respetados de los niños incluso en una Europa llena de contradicciones que los verá migrantes antes de que niños, y en una Europa que los mirará con miedo y desprecio?

«Siento vergüenza —e incomodidad, desde la comodidad de una silla ergonómica Okamura CP— mientras lleno papel pautado y hago lo que puedo para que el dolor profundo que me invade no se me instale las 24 horas del día, los 7 días de la semana. En ciertos momentos creo que no podré continuar, que no podré acabarla. A no desfallecer me ayudan las conversaciones que compartí en Huelva con Missak Baghboudarian, a quienes quiero dedicar la obra, director de la orquesta The Syrian National Symphony Orchestra. Saber que el público de Damasco le pidió que no dejaran de hacer conciertos, que la música no parara a pesar de la guerra, a pesar de las bombas, a pesar del infierno, me hace creer – de verdad, lo quiero creer– que tiene sentido escribir y componer esta obra».

(Extraído de una carta del compositor a Marta González García de Paredes el 24 de agosto de 2018).

Se querría una cantata de Navidad de celebración del nacimiento, de exaltación de la vida, del recogimiento familiar, pero Nens sense recer es una obra de texto duro, que no nos ahorra nada: «Niños perdidos, desnutridos, asustados, desplazados, castigados, explotados, torturados, mutilados, heridos, soldados, violados, esclavizados, asesinados, no nacidos... ahogados», en nuestro plácido Mediterráneo.

El autor acompaña estos niños desde que salen de sus países hasta que llegan a las playas de nuestro entorno. El mundo entero temblaría si los que sufren los abusos de la ruta, el terror de un naufragio, la incertidumbre de no saber si llegarán a buen puerto y dejan sus vidas en el Mediterráneo fueran blancos y europeos, pero —¡ay bendito!— son africanos.

Si bien el texto hace una descripción cruda de esta travesía, la música, que quiere dar voz a la inocencia de los niños, casi nunca es dramática y busca cierta belleza y paz. Aun así, el optimismo abierto no acaba de tomar el vuelo y solo lo hace de una forma muy sutil.

«Los he dejado corriendo por una playa que hoy por hoy no los acoge. Corren por la arena pero ni juegan al escondite, ni corren detrás de una pelota, ni hacen volar cometas, ni se paran a construir castillos. Están agotados y corren, con los ojos muy abiertos. Tienen frío. Sufren hambre y siete. Nadie mira atrás. Son niños sin cobijo, nacidos a la intemperie.

»Sé que la cantata no puede acabar así, que tengo que encontrar una grieta por donde salga cierta luz, brotes de inocencia y esperanza, pero miro a mi alrededor y me cuesta creer que esto sea posible. Las grandes potencias no estarán nunca dispuestas a respetar los derechos humanos por encima de todo. Dejaremos nunca de expoliar los recursos de África? Dejaremos que sus países se desarrollen sin el intervencionismo salvaje y paternalista?

»Lo sé, lo sé. Tengo que encontrar una grieta por pequeña que sea».

(Extraído de una carta del autor a Marta González García de Paredes el 15 de septiembre).