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Frederic Mompou

MOMPOU, Frederic

Barcelona 1893 - Barcelona 1987

Consideramos que Frederic Mompou ha sido, seguramente, el músico catalán más universal de nuestro tiempo.

En plena formación pianística con el maestro Pere Serra descubre la música de su tiempo en la Sala Mozart de Barcelona al escuchar un recital de Gabriel Fauré y se le despierta la vena compositora. Pasarán dos años de pruebas hasta que encuentra un acorde propio: el acorde metálico, que le recuerda el familiar toque de campanas de la Fundición Dencausse de su abuelo, y comienza así su vocación creativa.

Viaja a París por primera vez en 1911, en octubre, y permanece allí todo el curso. Trabaja con Ferdinand Motte-Lacroix (que será también, al cabo de los años, su principal propagandista y estrenará sus obras), vuelve a los cursos siguientes pero abandona París a causa de la Gran Guerra, instalándose con sus padres a Barcelona. Compone Impresiones íntimas, Pessebres, Scenes d'Enfants, Suburbios, Cantos Mágicos…

Trata con otros músicos jóvenes catalanes: Blancafort, Toldrà, Gerhard, etc. que luego crearán el Grupo de los Ocho con B. Samper, A. Grau, Lamote de Grignon y Gibert Camins.

Su reconocimiento público se produce en París cuando F. Motte-Lacroix, su maestro, estrena obras suyas en el concierto del 15 de abril de 1921, con gran éxito de crítica, principalmente por el artículo de E. Vuillermoz en Le Temps. Su nombre sonará tanto como los franceses Ravel, Debussy, Fauré, Satie, etc... Y asumirá también los compromisos sociales que durarán varios años.

Pero él, introvertido y gran tímido, con muchos problemas de comunicación y ante la nueva música, sobre todo de la escuela de Viena, entra en crisis creativa en 1933.

Huye de las guerras y vuelve a Barcelona en 1941 (donde permanece hasta el año de su muerte). Conoce a la que será su esposa, la pianista Carmen Bravo. Y vuelve a componer, cerrando el paréntesis de estéril sequía. Inicia entonces un periodo de creación que durará hasta el año 1979, en el que un problema de salud interrumpe su obra para siempre.

El mundo musical de Mompou tiene abundancia de colores, sonidos e imágenes, toda la huella de la Cataluña que le rodea. Hombre tranquilo y observador, atendió y buscó la forma de expresar los profundos sentimientos que se ocultaban en su interior. Individuo tímido y de voz suave, su música refleja sus pensamientos e ideas que representan al hombre que fue.

Su obra fue sobre todo para piano, debido a su formación como concertista, con algunas piezas también para otros instrumentos y, muy especialmente, para la voz humana, de la que fue un gran cultivador. Algunas de sus canciones han conseguido una fama mundial.

Él mismo dijo: "La mejor palabra es la palabra no dicha. Como todos saben, soy hombre de pocas palabras y músico de pocas notas". "La música está escrita para lo inexpresable, quisiera que ella pareciera salir de la sombra para volver de nuevo a ella. Me veo en la obligación de encontrar nuevas formas, creo que nunca podré encerrar mi música en un mundo demasiado correcto."

Escribiendo sobre su propia Música Callada, Mompou dijo: "Esta música no tiene aire ni luz. Es un débil latido del corazón. No se le pide llegar más allá de unos milímetros en el espacio, pero sí la misión de penetrar en las grandes profundidades de nuestra alma y en las regiones más secretas de nuestro espíritu. Esta música es callada porque su audición es interna. Contención y reserva. Su emoción es secreta y solamente toma forma sonora en sus resonancias bajo la gran bóveda fría de nuestra soledad. Deseo que mi música callada, este niño recién nacido, nos aproxime a un nuevo calor de vida y a la expresión del corazón humano, siempre la misma y siempre renovando."

Su obra le hizo merecedor de numerosos galardones, premios y publicaciones.

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