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La fi del mateix de sempre

Orquesta de cuerda

WORT, Frederic

Reg.: J.1008

17,40 €
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  • Formación: Orquesta de cuerda: Sin solista.
  • Géneros: Clásica / contemporánea: Cámara.
  • Idioma del comentario: Català/English/Castellano
  • Soporte: Partitura
  • Nivel de dificultad: Medio-alto
  • Época: 2ª mitad S. XX - XXI
  • Editorial: Editorial Boileau
  • Colección: Premi Frederic Mompou
  • Nº de páginas: 28
  • Medida: 31,00 x 23,00 cm
  • Duración: 20'00"
  • ISMN: 979-0-3503-0263-3
  • Disponible en digital: No
  • Disponible en alquiler: No

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LOS MATERIALES SE VENDEN POR SEPARADO

«Su luz es oscura y triste, como la melancolía de un ocaso vital. El paisajismo de Modest Urgell lo vincula al Romanticismo y al Realismo y lo acerca a un sentimiento muy personal de la mirada a la civilización clásica de Cataluña.

Novalis dice: «todo lo que es superior, místico e infinito recibe una expresión corriente». Cito esta frase en relación con el primer movimiento que utilizo en la obra, titulado «Otra vez lo de siempre». Los símbolos del ocaso son «lo de siempre» y éste recibe la expresión de lo corriente. Desde el punto de vista formal cabe destacar el formato apaisado, una constante atención al horizonte, un diálogo entre cielo y tierra en el que el hombre se convierte en espectador indirecto (por el hecho de encontrarse de espaldas al pintor) y la lejanía se torna inmensidad de un mundo que no es nuestro.

El Romanticismo pierde fuerza en el siglo XIX porque deja de creerse en el más allá. Este «más allá», inmortalizado por los pintores y por los acontecimientos históricos, pasa a ser relevado por la mirada del «más aquí» del realismo de Modest Urgell. Es cierto que el Romanticismo crea una estética falsa en el mundo real, pero no olvidemos a Turner y su particular visión de un acontecimiento como el Diluvio. Por lo tanto, sin ir más lejos, quiero decir que ese estilo se acerca a una forma muy subjetiva de lo que será la pintura posterior y que el realismo de Urgell adquiere un subjetivismo abrumador en el momento de intentar expresar la vida cotidiana de personajes o paisajes.

La música del segundo movimiento es la pérdida de la inocencia del primero. Un atardecer solitario, la niebla, la lejanía de una persona mayor, expresan soledad. Es mirada de un crepúsculo y de una próxima noche, pero ya sin la imagen de los niños. La música es tranquila pero no tan inocente, una especie de Vals muy sosegado que representa el transcurso de la vida con cierta nostalgia. Aquí se vuelve a representar el infinito de Novalis, el ligero equipaje de Machado. No hay ni ángeles ni diablos, tan solo unos pocos elementos que recuerdan creencias para dar fe.

«Acto de fe» es una posible redención final después del pecado inicial, alusión típica en todos los textos bíblicos.

Una persona afligida por la tristeza, efectos tétricos anunciando la muerte en primer término, la noche, «el fin de lo mismo de siempre» y dedicado ya a la eterna pregunta del «más aquí», ignorada anteriormente por propia voluntad.

Utilizo el arte que nos rodea para enriquecer más nuestras composiciones y para mí es como un ritual globalizar sus diversas expresiones. Por eso el tercer movimiento incluye además un poema de Pere Quart en relación con la música que se ha escrito. Esta poesía funciona a la manera de poema sinfónico, de forma que la música expresa en cada momento lo que me sugiere la poesía. Por eso la he tenido que escribir a medida que transcurrían los compases.

(Lluna seguida, brasa partida, malaguanyada!) es la pérdida de la luz, tal y como ocurre en el cuadro, cuando vemos la luna, la incineración, la noche de todo lo que ya ha terminado.»

Nota extraida del diario personal del autor

I. Altre cop al de sempre II. El pedregal III. Acte de fe

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