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Historia
La Editorial de Música Boileau es la editorial musical en activo con más antigüedad del Estado español. Su fundador, Alessio Boileau Bernasconi la inauguró el año 1913 a partir de su taller de grabado y estampación. Desde entonces, y durante más de cien años de vida, su catálogo se ha ido ampliando hasta recoger más de 4000 títulos.
Bajo la tutela de cuatro generaciones ha presenciado y se ha sabido adaptar a diferentes momentos históricos más o menos convulsos, ha sido observadora de la inherente evolución tecnológica que conlleva el hecho de estar en activo durante más de un siglo, ha seguido las orientaciones musicales y los gustos predominantes de la sociedad a la que ha servido en cada momento, y ha participado activamente en la vida social, musical y cultural de la ciudad. Además, pervive en los recuerdos de la mayoría de los estudiantes de música de nuestro territorio, gran parte de los cuales ha iniciado sus estudios con los materiales de la editorial.
El fundador
Alessio Boileau Bernasconi nació en Verona el año 1875. Después de estudiar piano, oboe i mandolina entró a trabajar en la editorial Ricordi de Milán, donde aprendió el oficio de grabador. Allí se le ofreció la posibilidad de trasladarse a Grecia o España, países donde el oficio de grabador escaseaba a pesar de la gran demanda social de la enseñanza musical de las clases burguesas crecientes.
Alessio se decidió finalmente por España, concretamente por la ciudad de Barcelona, donde se trasladó en 1904 para incorporarse en una sociedad musical activa. Fundó los Talleres de grabado y estampación de música A. Boileau y Bernasconi, dedicados principalmente a la impresión de obras por encargo. En 1906 se instaló en la calle Provenza 285 de Barcelona, lugar donde todavía se encuentra el taller de editorial Boileau.
Los inicios
La actividad inicial del taller se fue equilibrando progresivamente con los trabajos de producción propia. El editor se hacía cargo de todos los costes de edición y promoción, que recuperaba con la parte proporcional que le correspondía, tanto por el concepto de venta de las partituras como por el de derechos de autor y editor. Así fue como pudo empezar a trabajar con los autores del momento, la mayoría profesores de los conservatorios de la ciudad. El prestigio que alcanzó en el taller le supuso encargos para otras editoriales de toda España, como Dotesio o Erviti, e incluso para alguna editorial francesa como Salabert o Durand.
Dado el volumen de la demanda, Boileau se asoció con tres socios más, Plantada, Alegret y Ros, para crear la editorial Iberia Musical especializada en la publicación de operetas y zarzuelas. En 1913 absorbía la parte de estos otros editores y le cambiaba el nombre por el de Editorial de música Boileau, que se conserva hasta la actualidad. Con el deseo de ampliar su catálogo, inició la publicación de obras de estudio y de repertorio tanto clásico como religioso.
En el taller de la nueva editorial llegaron a trabajar de quince a veinte grabadores, unos a tiempo parcial y otros a jornada completa. Cada uno de ellos grababa un promedio de una a una plancha y media diarias. Algunos de estos grabadores alternaban este oficio con el de músico en activo. Además, alrededor de doce trabajadores más participaban en las tareas de la imprenta.
Las primeras obras
La producción propia de Boileau durante esta primera etapa (1913-1939) se componía de obras de compositores españoles y extranjeros. Entre los diferentes géneros, se publicaban obras de carácter lírico, religioso, música de salón en todas sus formas, fragmentos de óperas italianas y alemanas, así como fantasías y arreglos facilitados sobre temas de obras célebres. Todos ellos, géneros muy populares en la época, fueron recogidos en las principales colecciones de Boileau: Edición ibérica, que recoge el repertorio clásico y de cabecera de los estudiantes de conservatorios y escuelas de música; Lauda Sion, con obras de repertorio religioso; Biblioteca del pianista, etc...
La producción de carácter didáctico consiguió inmediatamente un volumen muy importante en el catálogo de la editorial. La demanda de los conservatorios y centros de enseñanza generó un mercado editorial sólido, con predominio de métodos y piezas para piano, seguidos a gran distancia por obras para violín y guitarra. La producción de partituras de música de cámara para más de tres instrumentos, por lo contrario, fue casi nula, ya que su manufactura resultaba excesivamente costosa por el hecho de ir dirigida a un público minoritario.
En cambio, sí se publicaba mucha música para satisfacer las orquestinas que actuaban en infinidad de salas de baile, restaurantes y otros eventos con música en vivo, muy frecuentes en aquella época. Estas publicaciones no se vendían, sino que se enviaban a los músicos mensualmente y de forma gratuita para que las incorporaran a su repertorio.
La tienda
Durante los tres años de la Guerra Civil española la actividad editorial quedó casi exclusivamente dedicada a la publicación de música militar y de canciones destinadas a exaltar los diferentes sentimientos sociales y políticos del momento. Durante estos años Alessio Boileau se vio obligado a relegar sus funciones de director y propietario de la empresa para pasar a trabajar como un operario más.
El 22 de noviembre de 1939, día de Santa Cecilia, patrona de la música, Alessio inauguró un comercio dedicado a la venta de sus publicaciones en el inmueble de al lado de la sede del taller: Provenza, 287. La apertura estaba prevista en 1936, pero el inicio de la guerra obligó a postergar su inauguración. El establecimiento fue proyectado siguiendo la inspiración del movimiento GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) y actualmente es el único establecimiento de este estilo que se ha mantenido abierto hasta la actualidad. El próximo 2014 la tienda celebrará su 75 aniversario.
En la parte de la trastienda se destinó un espacio como sala de conciertos, con capacidad para ubicar un piano de media cola y más de cien sillas. En aquel auditorio improvisado se celebraron los conciertos inaugurales de las obras que se publicaban. También fue lugar de tertulias musicales, protagonizadas por las importantes personalidades del mundo musical del momento: Enric Morera, Frederic Mompou, Felip Pedrell, Ricard Lamote de Grignon, Enric y Pau Casals, Joan Baptista Lambert o Apel·les Mestres. Los encuentros también contaban con la asistencia de la crítica musical, que reseñaba los conciertos en los medios especializados.
Las últimas sesiones musicales de la sala tuvieron lugar en 1949, un año después de la muerte de Alessio Boileau. El análisis de los programas de mano conservados, señalan que el ciclo tuvo una gran actividad durante sus diez años de vida, ya que, según las épocas, se llegaron a programar hasta dos conciertos por semana.
De los cuarenta a la actualidad
Durante los años cuarenta la editorial había entablado una estrecha relación comercial y de amistad con Higini Anglès, director y fundador del Instituto Español de Musicología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A instancias de este musicólogo, durante muchos años se grafiaron e imprimieron en los talleres de Alessio Boileau los ejemplares de la colección Monumentos de la Música Española, que recoge la principal música antigua nacional con un amplio aparato crítico. También por encargo de la Biblioteca de la Diputación de Barcelona, y con el impulso de Higini Anglès, se produjeron las obras de los Maestros de la Escolanía de Montserrat.
Con la muerte de su fundador, la Editorial de Música Boileau pasó a manos de sus hijas, Elvira, Mercedes y Rosario, que se ocuparon de continuar la labor editorial con el mismo espíritu divulgador de su padre. Pasados casi cuarenta años, en 1986, entraba también a formar parte la tercera generación familiar. Con la incorporación de Antonio y Yolanda Guasch, nietos de Alessio Boileau, la empresa pasó a ser una sociedad anónima.
Actualmente, en la editorial trabajan, en forma de sociedad limitada, dos de las cuatro generaciones que han colaborado: la nieta y los bisnietos de Alessio, además de otros trabajadores —muchos de ellos parientes de los miembros de la plantilla original.
Durante estos cien años de vida, la editorial ha publicado aproximadamente unos 4000 títulos, entre partituras, libros y discos compactos. El grueso más grande de producción aún son, evidentemente, las partituras, en todas sus variedades —partitura general, reducciones para piano o para canto y piano, particelas —, y para diferentes tipos de formaciones —instrumento o voz solista, conjuntos de cámara, copla, etc. Un importante conjunto de éstas se conserva en la Biblioteca de Cataluña y otro en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América.
La importancia dada por la musicología a la editorial se manifiesta en el hecho de que su referencia aparece en los principales diccionarios y enciclopedias especializados, tanto del estado como extranjeros, con voces escritas por José López-Calo (2001), Emilio Casares Rodicio (1999-2002) y Xosé Aviñoa (2003). Una de las más recientes contribuciones a estas referencias ha sido la nota del cronista de Barcelona, Lluís Permanyer (2008), con el premonitorio título: Boileau, más de un siglo al servicio de la música.
Con el paso del tiempo, las formas de trabajar han ido cambiando. En 1993 fue el último año que se utilizaron planchas grabadas para la impresión de partituras. Según testimoniaba Joaquín Guerin, antiguo grabador de la editorial, el taller de Alessio Boileau fue el último que sobrevivió con esta técnica ancestral. La introducción de nuevas tecnologías en los procesos de impresión ha posibilitado multiplicar el número de ejemplares a editar ya sean nuevos títulos o reimpresiones de los ya existentes y ha dado paso a un sistema de producción más industrial, frente la artesanía que representaba el trabajo del grabador sobre las planchas de estaño, régulo de antimonio y plomo.
No obstante, y tal como dice el periodista Lluís Permanyer: «En poco más de un siglo ha pasado de las pesadas piedras litográficas y planchas a la informática, pero la editorial Boileau ha sabido adaptarse, sin dejar de mantenerse fiel a la música».